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¡¡LEPRA!!


“Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.” ‭‭S. Mateo‬ ‭8:1-3‬ ‭RVR1960‬‬

Vivimos en una sociedad que se jacta de moderna y avanzada. Sin embargo, si lo analizamos bien podemos concluir que en la humanidad aún existen temores muy primitivos. Es así como hemos presenciado que el pánico se ha apoderado de algunas personas por estos días a propósito de la aparición de un infectado de lepra en el sur de Chile. La primera reacción de algunos fue exigir el cierre de fronteras, e incluso algunos imputaron este mal a una etnia determinada. Hemos escuchado también largas explicaciones de los médicos acerca del bajo nivel de contagio que está enfermedad presenta en la actualidad. Hoy podemos trabajar y hasta darle la mano a un leproso sin temor alguno a contagiarnos. En la época de Jesús, estas personas eran aisladas de la sociedad, ya que eran consideradas inmundas por los judíos. Sin embargo, Jesús no tuvo temor alguno en acercarse a los leprosos, e incluso tocarlos, rompiendo todo un paradigma de la época. Si lo llevamos a un plano espiritual, muchas veces actuamos en forma similar, queremos alejarnos y aislarnos de los pecadores, ya que sentimos que sus vidas o hábitos impuros pueden afectar nuestras vidas, nada más alejado de lo que Cristo hizo en nuestras vidas. La gran comisión de Cristo no fue que nos aisláramos de los pecadores y viviéramos en un ambiente depurado. Muy por el contrario, la gran comisión que Cristo nos dejó fue la de ir haciendo discípulos donde quiera que fuéramos. La Palabra de Dios es clara en cuanto a que tenemos las herramientas para resistir la tentación, pero también en cuanto a que recibiremos poder para ir a Judea, Samaria y hasta lo último de la Tierra. Por tanto, te llamo hoy a no vivir una vida encapsulada, sino gloriosa siendo parte de la misión transformadora de vidas a la que Jesús ha invitado a cada creyente. Dios te bendice Oscar Orozco


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