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Viviendo en la Promesa


Gen 12:1 El SEÑOR le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré. »Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición.

Dios había llamado a Abraham a irse a vivir a la tierra de Canaán. Le prometió que le sustentaría, que le daría todo lo que él iba a necesitar. Canaán sería una tierra de bendición para él, una tierra que simboliza la promesa de Dios cumplida y hecha realidad. Mientras Abraham viviera ahí, estaría en la voluntad de Dios y en su promesa. Parece que para Abraham todo iría bien. Pero dice el texto en el 12:10 En ese entonces, hubo tanta hambre en aquella región que Abram se fue a vivir a Egipto. Es decir, que las circunstancias se pusieron difíciles y Abraham decidió abortar el plan de obedecer a Dios y comenzó buscar otro tipo de provisión. Egipto no era Canaán. Egipto parecía ser una buena opción a buenas y a primeras. Al llegar a Egipto, las cosas se complicaron para Abraham. En Egipto no había hambruna, pero había un Faraón que se quedó temporalmente con la esposa de Abraham. En Egipto no había escasez, pero había una esclava llamada “Agar”, que más de un dolor de cabeza traería a Abraham en sus decisiones futuras. En Egipto no había falta de alimento, pero no estaba ahí la voluntad de Dios. Finalmente Abraham volvió a Canaán, y una vez de vuelta, recién pudo continuar viviendo en la bendición de Dios.

Sin duda, que si Abraham se hubiera quedado en Canaán, a pesar de la falta de provisión momentánea, Dios de alguna manera le habría dado lo necesario para estar bien. Si Dios te ha prometido algo y sientes que no se cumple, o si sientes que las cosas se han vuelto difíciles y pareciera ser que Dios no responde, aguanta ahí, confía que si haces su voluntad estarás viviendo en tu Canaán, en tu tierra de la promesa. Quizás haya momentos de tribulación o de angustia, pero mantente con tus pies firmes e intactos en lo que Dios te ha llamado a hacer, confiando que él tiene el control y te proveerá todo lo que necesites. Hagas lo que hagas, no te vayas a Egipto, por atractivo que sea. No vayas al lugar que pareciera que hará que las cosas se solucionen de forma rápida y sencilla. Egipto es un engaño, pero lo que Dios promete, aunque por momentos difícil de alcanzar, es seguro y brinda paz a aquellos que viven en su promesa.

Mauricio Parada


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