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Oír la Voz de Dios o de la Serpiente


Gen 3:3-4 Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: “No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán.” Pero la serpiente le dijo a la mujer: —¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal.

Este pasaje del libro de Génesis resume nuestras luchas diarias y refleja la constante tensión entre nuestro deseo de agradar a Dios y agradarnos a nosotros mismos. Adán y Eva lo tenían todo en un momento. Obedecían a Dios, comían del fruto de todos los árboles, obedecían a Dios y el Señor les correspondía con su provisión. Satanás, personificado en la serpiente, se acerca con una oferta muy codiciable “serán como Dios”. En otras palabras, “tendrán el control de sus vidas”, “no dependerán de nada ni nadie, “_no tendrán que obedecer, se mandarán solos”. Finalmente, Adán y Eva comieron del fruto, lograron su tan anhelada independencia y autosuficiencia. El gran problema es que la serpiente no tenía razón. Sí murieron, espiritualmente murieron. Su relación con Dios se vio rota y necesitó de la restauración de Dios para volver a tener comunión con él. Dios amaba a Adán y Eva, amaba pasar tiempo con ellos y amaba estar en comunión con ellos. El pecado de ambos les alejó de Dios, trajo dolor y sufrimiento a sus vidas. Te cuento esta historia porque muchas veces hacemos cosas donde creemos la misma mentira “no morirás si no obedeces a Dios”. Y nos olvidamos de buscar la voluntad de Dios, creyendo que nada malo nos ocurrirá y al pasar el tiempo, nos damos cuenta que estamos muertos en nuestro interior. Jesucristo vino a darnos vida, una vida de calidad y plena. Esa vida solo se logra si estás dispuesto/a a obedecer sus mandamientos, conocerle y buscar su voluntad. Al acercarnos a Jesús somos restaurados y dejamos de buscar nuestra autosuficiencia. Comprendemos que dependemos de él y que mientras estemos refugiados en Jesús, tendremos vida. Te animo hoy a que puedas entregar el control a Jesús y conocer su voluntad, confiando que Su Voz y Su voluntad*, ¡es lo mejor que podemos escuchar y poner en práctica!

Mauricio Parada


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