¿Me contamino o me contaminan?

Cuantas veces hemos comido más de la cuenta , por ejemplo, un cumpleaños. El otro día nos levantamos enfermos del estómago y le echamos la culpa al tipo de alimento más que a nuestra decisión de comer más de la cuenta, siempre culpando a lo de afuera más que a nosotros por lo que nos pasa.

En Marcos 7:14-15 dice: "De nuevo Jesús llamó a la multitud. ―Escúchenme todos —dijo— y entiendan esto: Nada de lo que viene de afuera puede contaminar a una persona. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina."

Jesús dice estas palabras después de que los fariseos lo increpan porque sus discípulos comen sin lavarse las manos antes, alegándole que rompían un rito totalmente impuesto por líderes religiosos y no por Dios. Por eso Jesús les responde esto, ya que ellos pensaban que lo que contaminaba su corazón son los alimentos, pero lo que realmente los contaminaba eran sus acciones, su hipocresía, su falta de amor por el prójimo, en resumen, el pecado que había en ellos.

Muchas veces nosotros nos tendemos a creer que lo que nos aleja de Dios y nos contaminan son cosas ajenas a nuestro corazón, acciones que puedan hacer otros que nos lleven a pecar, incluso al momento de arrepentirnos y pedirle a Dios que nos limpie, clamamos que no se vuelvan a presentar en nuestra vida esas situaciones que nos influencian a pecar, sin darnos cuenta que son nuestras actitudes, nuestra forma de ser, nuestro propio corazón engañoso el que nos llevo en primer lugar a fallarle a Dios.

Les invito a examinarnos y fijarnos si efectivamente son nuestras actitudes, acciones y decisiones las que nos llevan a a contaminarnos, o si fue la influencia de otros la que nos contaminó. Adán y Eva le creyeron al enemigo, pero fue su propio corazón y acciones los que los llevo a pecar, depositaron su esperanza en el lugar equivocado, en cambio, Jesús al ser tentado por el enemigo en el desierto se refugió en la palabra de Dios y tomo la decisión de no contaminarse. Que sea así mismo en nuestra Vida