top of page

Vista completa

Dominio propio

  • Mauricio Parada
  • 14 feb 2017
  • 2 Min. de lectura

Siempre me ha llamado la atención cuando veo en las películas cómo eran las ciudades antiguas. Enormes y altas murallas, con una gran puerta de entrada, fortificadas y bien diseñadas para soportar los ataques enemigos. Sin duda una ciudad segura era una ciudad con muros altos. Hay un versículo de la Biblia que habla de esas murallas y las relaciona con nuestras vidas. Proverbios 25:28 dice “Una persona sin control propio es como una ciudad con las murallas destruidas”. Mira qué interesante comparación. En otras palabras, el texto dice que alguien que no es capaz de medir sus palabras o reacciones ante la adversidad, es una persona que no tiene buenas murallas, es decir, que no tiene lo necesario para hacer frente a las situaciones del día a día. Si reaccionamos de manera incorrecta cuando nos sentimos ofendidos o pasados a llevar, es porque somos débiles y sin capacidad de soportar la presión. Dios nos enseña a aprender y practicar el dominio propio, a no dejar que las dificultades del día a día nos derrumben y terminemos por quedarnos con nuestras murallas destruidas. Una muralla destruida significa una ciudad sin defensa, que cualquiera le pueda atacar y hacer daño. La Palabra nos enseña a dominar nuestro carácter y ser como esa ciudad fortificada, que en cada momento con nuestras familias podamos demostrar cuán bien formadas están las murallas de carácter y dominio propio. Que en tu matrimonio puedas siempre encontrar fortaleza ante las dificultades y no tener murallas derribadas, que con tus hijos puedas demostrar que junto a Jesucristo encontramos la manera de construir murallas sólidas de fortaleza de carácter. Que con tus padres puedas aprender la humildad y dejarte enseñar a cómo tener una vida de dominio propio y un corazón enseñable. Lo mismo con nuestros compañeros de trabajo o de estudio. Dios nos ama y quiere que podamos relacionarnos sanamente con otras personas, y lo principal de esto es tener una vida donde tengamos murallas bien construidas que representen un corazón que se domina a sí mismo y tiene un carácter conforme a Jesús. ¡Qué las murallas de nuestro corazón y carácter sean tan altas como esa ciudad fortificada!


Comments


© 2016 por CCC

bottom of page