"No estás sola (o)"
- Oscar Orozco
- 4 feb 2017
- 2 Min. de lectura

Muchas veces los cristianos caemos en el juego del mundo, que consiste en ver la vida como un concurso de popularidad. Queremos medir nuestro éxito social basándonos en la cantidad de amigos que tenemos. Y si ya tenemos bastantes amistades, queremos después medir ese éxito en qué tanto apoyo obtengo de ellas a mis ideas u opiniones. Es como un "hambre social" insaciable, que tarde o temprano nos llevará a la frustración. Tarde o temprano nuestras opiniones o iniciativas no tendrán tanto respaldo como probablemente esperábamos. Sentimos que nuestros amigos, pareja o familia no nos entienden, que no nos escuchan, que a nadie le interesa lo que nos pasa. ¿Está mal sentirse solo? Para nada, lo que sí importa es qué haces cuando te sientes en soledad. Puedes elegir rendirte ante esos pensamientos que rondan tu cabeza (“No me entiende”, “no le importo”, nadie me ayuda”, etc.), o puedes elegir creer en lo que Dios piensa de ti. Es una elección que debes tomar cuanto antes. Seguir con tu soledad, o escuchar lo que Dios te dice hoy. “Aunque cambien de lugar las montañas y se tambaleen las colinas, no cambiará mi fiel amor por ti ni vacilará mi pacto de paz, dice el Señor, que de ti se compadece”. Isaías 54:10 (NVI) “Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos».” Mateo 28:20b NTV. De modo que no te quede ninguna duda: No estás en soledad, ¡Jesús está contigo! Las dudas sobre la nueva criatura que Dios está formando en ti no provienen de Dios, sino siembra del enemigo. Recuerda lo que dijo el apóstol Pablo: “¿Quién podrá separarnos del amor de Jesucristo? Nada ni nadie. Ni los problemas, ni los sufrimientos, ni las dificultades. Tampoco podrán hacerlo el hambre ni el frío, ni los peligros ni la muerte. En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total. Yo estoy seguro de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la vida, ni la muerte, ni los ángeles, ni los espíritus, ni lo presente, ni lo futuro, ni los poderes del cielo, ni los del infierno, ni nada de lo creado por Dios. ¡Nada, absolutamente nada, podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado por medio de nuestro Señor Jesucristo!” Romanos 8:35-39 (BLS) Así que te animo a que hoy ores como el salmista David: “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos.” Salmos 27:10 NVI.
Comments