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Pon los ojos en las cosas del cielo


No te desgastes tratando de hacerte rico. Sé lo suficientemente sabio para saber cuándo detenerte. Las riquezas desaparecen en un abrir y cerrar de ojos, porque les saldrán alas y se irán volando como las águilas. Proverbios 23:4-5


Cuando era niño soñaba con tener un chalet y un auto a la puerta. Ese sueño durante mucho tiempo fue el motor de mi juventud y formaba parte de mi deseo de ir a la Universidad. Quisiera agregar que eso incluía una linda piscina. Yo creo que aun hoy muchos tienen un sueño similar al mío. Pero en mi condición de mediana pobreza ese sueño solo estaba al alcance de los más ricos, pero existía la posibilidad de que si yo me esforzaba y trabajaba duro, podría lograrlo. Hoy en día miles de jóvenes han salido de la Universidad con este sueño y parece que en parte a algunos les ha sonreído la vida y han logrado este sueño. Sin embargo, el precio que han tenido que pagar ha sido muy alto. Largas horas de trabajos, proyectos que requieren mucho esfuerzo que no fue debidamente evaluado y que hoy les obliga a seguir trabajando hasta muy adentrada la noche. Yo creo que nunca estuvo mal el anhelo, creo que es legítimo hasta cierto punto. Pero ¿cuál es el precio?. Seamos sinceros, 100 metros cuadrados no fueron suficiente, quizás podría ser mejor 140 o mejor 200, ni siquiera tienes la familia y la expectativa se fue mucho más allá de tus fuerzas. Lo mismo pasó con muchas cosas que ahora tenemos, pero que en parte son del banco. Creo que lo que define la riqueza hoy no está reflejado en una abultada cuanta en el banco, para la mayoría sino más bien en los bienes e inmuebles que nos hacen una vida más cómoda. Dios nos dice que anhelar todo tipo de riqueza es a lo menos algo que debe estar bajo control. Debemos deternos en lo que claramente se está convirtiendo en una ambición y las razones son muy claras. Es algo insostenible o a lo menos, muy difícil de mantener. Por lo tanto, el consejo de este proverbio es oportuno. Detente, no sigas en esta vorágine sin control. ¿A qué hora estás llegando a casa todos los días?¿Puedes descansar los fines de semana? El proverbio nos dice las riquezas son como un espejismo. Se van en un abrir y cerrar de ojos. Simplemente no se pueden retener, saldrán como las águilas volando. Realmente en ellas nadie que es realmente sabio puede poner su confianza en ella. Las riquezas no son para servirte, sino más bien para convertirse en su servidor, en su esclavo. No dejes que ellas roben tiempos de alegría y paz, contentamiento, con lo bueno que Dios te da, no le des lugar a la avaricia, porque no te pagará nunca el esfuerzo realizado en ella. Pon en Dios tu confianza y sírvele a él, porque Dios a todos paga justamente. Que Dios te bendiga.

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