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Velad y orad


Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Mateo 26:41 Esta lluviosa mañana de otoño hizo que levantarme a orar fuera un poco más pesado. El sueño era más fuerte y el frío más helado. Pero igualmente lo hice gracias a Dios. Es interesante ver que a veces no tenemos la misma disposición o ganas. ¿Será que nos pasa solo a nosotros o realmente le pasa a todo el mundo? Como sea, no solo me costó levantarme, sino orar también. Pero tantas ocasiones me pasó lo mismo y yo preferí seguir en la cama, o simplemente dejar que el sueño me volviera a vencer. Pero cuando estoy en esta lucha recuerdo Mateo 26, cuando Jesús estuvo con los discípulos orando en el huerto. Ellos, como nosotros no sabemos lo que iba a acontecer en ese día, ni siquiera sabemos qué pasará en una hora después. La enseñanza de la oración aquí es estar preparados. Velar es prepararse, orar tiene que ver con anticiparse. Aunque nosotros lo sabemos, porque nos pasa todos los días, hoy también seremos tentados. Pero si no tomamos tiempo para orar, la carne caerá debido a nuestra debilidad. Piense lo siguiente: Cuando tenga que orar y siente que no tiene fuerzas, primero: sepa que Dios quiere que usted ore, él quiere darle fuerza y la oración es la llave para recibir poder. Segundo: el propósito principal de la oración es que no seamos tentados. Dios no necesita que ore, lo necesito yo. Las tentaciones más que hacernos caer, nos hacen dudar del poder de Dios. En tercer lugar, se tiene que dar cuenta que su carne lo hace decaer, su carne es débil y complaciente, pero dentro de usted su espíritu siempre querrá más de Dios. Una prueba fácil para identificar qué es la carne, cuando tenga sueño al orar o leer la Biblia haga otra cosa diferente. Si se duerme, es que está cansado. Pero si se anima y se le pasa el sueño entonces es la carne y tiene que luchar. En cuarto lugar, no busque la posición más cómoda para orar, eso hará que la carne se sienta a gusto y se acurruque a dormir. Párese, camine y mójese la cara hasta que esté muy despierto, finalmente lograr el hábito de la oración es similar a un entrenamiento. Por lo tanto no salga de la presencia es Dios hasta salir justificado y renovado. ¡Que el Señor te dé victoria este día!

Alberto Ríos


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